Friday, October 3, 2008

Kathmandú - Smooth as a silk


Kathmandú (Nepal)

Por fin. Destino completado. Como dice el logo de Thai, el viaje ha sido "Suave como la seda". Tras 13 horas de vuelo Madrid - Bangkok y 3,5 h. Bangkok - Kathmandú, llego a Nepal.
Previamente, en la escala en Bangkok, de 6 horas, he aprovechado para recibir mi primer masaje de pies y cabeza de 2 horas.
No puedo describir las sensaciones al pisar esta tierra, ver las montañas, las casas dispersas y de diferentes colores.
Tras conseguir el visado, previo pago de 25 $ , y respirar aliviado al ver mi maleta en la pasarela de maletas salí a la calle. No me fue difícil encontrar a Asmita. De todas formas hay algo que podían mejorar a la hora de recibir a los voluntarios. Con tal de que tuvieran un cartelito con el nombre de INFO NEPAL y el mío todo sería más fácil. Entre la multitud, solo había una persona que con un folio en el que estaba escrito un escueto "JOSE", la picaresca de los taxistas no se hace esperar, cuando al verme leer mi nombre, todos intentan pronunciarlo y llevarme en su taxi. Menos mal que Asmita tenía una foto que le envíe y me estuvo buscando. Nos metimos en un coche algo destartalado y nos lanzamos al tráfico más caótico que he visto en toda mi vida. No había señales, cada uno por donde puede, y el conductor tocaba el claxon cada medio minuto aunque no viniera a cuento (esto es algo muy común en todos los conductores). Por el camino pude ver la vida que inunda estas calles. Gente comiendo en el suelo con su fuego al lado en el arcén de la carretera, puestos y tiendas por doquier, cosas medio derruidas, vacas que campan por donde quieren...
Es una atmósfera diferente, exótica y contaminada. Al final, tras callejear por caminos embarrados llegamos a una pequeña casita al lado de un campo de arroz. Allí vive la familia con la que me quedaré esta semana al menos. Está compuesta por los padres, sus dos hijos y Asmita, la sobrina y mi contacto con Info Nepal que vive con ellos.
La habitación en la que estoy es grande, demasiado para mi, pero sólo dispone de cama y una mesa, por lo que el espacio está bastante desaprovechado.



En una terracita la madre nos sirvió té (riquísimo, por cierto. Tenía leche que luego descubriría que es de vaca y búfalo, y té negro, muy buen aroma) y hablamos un rato.
Hoy me dejan descansar, mañana empiezo las clases de nepalí y las visitas turísticas. Estoy muy cansado. A ver si me llaman para cenar y pruebo mi primera comida autóctona. La luz acaba de irse (normalmente el gobierno la corta 4 horas mínimo al día) y cenamos a la luz de una vela. Lo primero que me impacta es su forma de comer. La cena, que luego será el desayuno también es el Dalh Bath, literalmente arroz y lentejas, arroz hervido y una especie de caldo de pequeñas lentejas acompañado de algunas verduras al curry. De 24 millones de personas que viven en Nepal, casi 22 millones toman esta comida dos veces al día, y entre ambas comidas, solo un par de tazas de te.
Supongo que luego dormiré, que lo necesito.
La casa está más equipada de lo que pensaba, con tele, ordenador y nevera. Pero la zona es muy pobre, las casas o están medio derruidas o a medio construir
La cama no es muy blanda, pero he descansado. El colchón no tendrá más de cinco centímetros, y debajo hay una tabla de madera maciza, así que imaginaros. La familia es my simpática y servicial. Ayer conocí a Asim cuando cenaba. Es el director de la ONG, Info Nepal, que pone a disposición de los voluntarios un par de habitaciones para la adaptación al pais, su lenguaje y cultura.
Lo normal es que al levantarse toda la familia tome té (el famoso chiya, té negro con leche. Al principio creí que tenía canela y otras cosas, pero todo eso es el aroma del té... rico) y luego al rato se desayune.
Me ha dolido ducharme con agua fría, pero me ha ayudado a despertarme.
Creo que en algunos sitios la calientan con placas solares, pero no sé si aquí lo harán. Si lo hacen me empezaré a duchar cuando haga sol...
Otra curiosidad, no existe ni bañera ni placa de ducha, el suelo del baño se usa para tal fin.
Son las cinco de la mañana y la actividad comienza en la casa y en la vecindad, las mujeres salen a la ventana a sacudir sábanas, peinarse, otras se bajan al campo de arroz a arrancar hierbas para sus animales y los albañiles comienzan su faena.

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