Monday, October 6, 2008

Primeras impresiones del Orfanato

Por fin ha llegado el día.
A las 6 de la mañana, Asmita me acompaña en taxi a la estación de autobuses donde en el "bus turístico" que en mas de 8 horas recorre desde Kathmandú hasta Nagaraynag en la provincia de Chitwan para un recorrido de 180 km.

A pesar de las prisas hemos llegado a tiempo a la estación de
autobuses, prisas que han tenido como respuesta mas de una hora de espera dentro del autobús. Tiempo que ha servido para que la carraca se llenara hasta la bandera de gente, animales y objetos diversos, tanto en el interior como en el techo. Me he preparado psicológicamente para un viaje de mas de 8 horas en plena montaña, pero aun ni siquiera intuía la odisea que nos esperaba por delante.
Hay paradas y controles de policia cada pocos kilómetros y la gente (que no tiene billete de turista) viaja de pie, sentada sobre el motor o bien en el techo con las maletas. El paisaje, serpentea junto al rio donde mucha gente hace rafting y realmente asusta dado que el espacio en la "carretera-camino bacheado sin asfaltar" hace que haya que parar cada pocos metros porque no hay espacio para dos vehículos y es fácil que el bus se quede a unos centímetros del precipicio.
Las primeras horas han sido monótonas y me he dedicado a buscar la posición ideal que me permitía la mochila que llevaba encima (no había sitio en el maletero o es que no había maletero directamente) y el inexistente espacio entre mis rodillas y el asiento de delante. Recuerdo posturas incomodas, pero como esta pocas.
La ‘carretera’ se iba convirtiendo poco a poco en un camino de piedras
que no paraba de ascender. Me he dedicado a escuchar la música en mi MP3 (bendita compañía) y a observar lo que ocurría a mi alrededor, que básicamente era gente amontonada en el pasillo, de pie, y a las que esperaban horas de trayecto peores que la mía.

A mi llegada a la población de Nagarayang. Charlotte una voluntaria de UK, me espera con taxi para ir al orfanato. En esta caótica ciudad, hemos aprovechado para comprar unos dulces (es el cumpleaños de un pequeño) globlos y caramelos para la fiesta de esta noche.

El recorrido de 1 hora en taxi nos lleva entre caminos intransitables entre arrozales hasta el orfanato. El calor y la humedad asfixiantes hacen que la ropa se pegue al cuerpo permanentemente húmeda y estoy deseando de llegar para poder darme un ducha y cambiarme de ropa.

En la casa hay 22 niños actualmente. La mas pequeña tiene 3 años y los mas mayores 12. Viven como si fueran una gran familia. Las razones principales por las cuales estos niños se quedaron huérfanos son bien porque el padre (normalmente un porteador de trekking o montañismo) murió de alguna enfermedad y la madre repudió a los hijos o bien porque los padres fueron asesinados en la guerra civil entre tropas maoístas y gubernamentales.
Se puede ver por los rasgos de los niños que muchos provienen de zonas remotas. Sus rasgos son mas tibetanos. Muchos de ellos provienen de las castas Sherpa y Lama. Todos los niños son muy educados, responsables y van a la escuela. Tienen problemas de piel, picaduras y piojos pero no parecen tener nada mas grave.
Las condiciones de la casa son mejorables, sobre todo en cuestión de limpieza, así que nada mas llegar a la casa con la comida y de conocer a todos los chavales nos podemos a ayudar con la colada la cual tenemos que interrumpir porque nos quedamos sin agua














Son buenos estudiantes y muy responsables. Se quedan una hora extra en el colegio al que van para reforzar algunas materias y, después, cuando están en casa, siguen estudiando sin necesidad de que nadie les controle. Hace algunos días todos tuvieron exámenes escolares que han pasado con muy buena puntuación!

Los mayores siguen cuidando de los pequeños: juegan con ellos, les ayudan les vigilan, intentan poner paz cuando alguno se enfada,..; por supuesto, con la supervisión, cariño y dedicación de Bashanti, que está en todo.
Algún pequeño ha tenido problemas de salud, de los que ya se ha recuperado. Ciertamente, estos problemas se detectan al observarlos, ya que ellos no se quejan de nada. Tienen una gran fortaleza, a todos los niveles, de la que todos podemos aprender mucho.

Eso sí: lo mejor sigue siendo su alegría, sus sonrisas y sus miradas, que se van volviendo más confiadas a medida van pasando sus días en el orfanato y me hacen sentir un miembro más de su nueva familia.

Cualquier cosa que pueda explicar es poco comparado con lo que se siente cuando se pueden compartir ratos con ellos y dejarse contagiar por su energía.




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